En momentos decisivos y críticos, como los que hoy estamos viviendo, es urgente ir a lo esencial de la vida cristiana, porque es frecuente entre muchos cristianos dar exagerada importancia a creencias o prácticas religiosas que son secundarias y olvidar otras que son irrenunciables. Por eso, la importancia de prestar atención al relato del evangelio de hoy que es como una síntesis de la misión de Jesús y nos ofrece los elementos esenciales que definen el programa de su vida. Es urgente conocerlos porque no se pueden olvidar, y si lo hacemos, hay que recuperarlos continuamente: lo que fue esencial para Jesús, debe seguir siéndolo para la Iglesia de todos los tiempos.


Jesús proclama que ese Reino de Dios está cerca, es decir, que Dios está haciendo presente en el mundo su designio de salvación, de paz y de justicia. Y Jesús acompaña el anuncio del Reino con acciones concretas de ayuda y curación de enfermedades y dolencias que hacen creíble su mensaje. Pero Jesús no es sólo un profeta del cambio social, ni un político, pero tampoco es un maestro de espiritualidad o autoayuda que sólo intente alcanzar la paz y el bienestar interior y tiene poco que ver con la felicidad de los demás. Tampoco es Jesús una ONG. Jesús es el que viene a mostrar a Dios de un modo nuevo, radical e inesperado.

Ser cristiano es responder inmediatamente a la llamada del anuncio de Jesús, dejándolo
todo (sobre todo criterios cerrados y falsas seguridades) para seguirlo. No para embarcarse en una aventura política, filantrópica o en un curso de crecimiento personal, sino para entregarse a Él, dejando que sea Dios el que conduzca nuestras vidas y los destinos de la humanidad. Seguir a Jesús, es seguir a una persona y no a una idea. Y la manera de recibir esa presencia de Dios es precisamente la Conversión, que significa romper con lo antiguo, no seguir dando vueltas y vueltas a lo mismo como si nada hubiese sucedido; esto es, un cambio de orientación de la propia vida, un cambio de criterios y de corazón, para adecuarlos al plan de Dios. El anuncio del Reino, la llamada a la conversión, las obras concretas de liberación, el compromiso personal y la respuesta incondicional, son pilares fundamentales como seguidores de Jesús.


Hoy que el papa Francisco nos está invitando continuamente a salir a las periferias,
romper moldes y afrontar las inseguridades, otro detalle importante a destacar de este evangelio es que sitúa la actividad de Jesús en la Galilea de los gentiles, distante de Jerusalén. Esto supone un cambio radical, un nuevo estilo y un mensaje universalista: la salvación de Jesús se dirige a la humanidad entera. Mensaje abierto a todos, también para quienes no se encuentran en el centro de la religión judía; Jesús comenzó en Galilea, no lo hace en Jerusalén, el centro social y religioso, donde estaban los sacerdotes y los expertos de la ley, sino en Cafarnaún que era una encrucijada de caminos, culturas y religiones. Una región más bien marginada, con fuerte presencia de no judíos y habitada por aduaneros, soldados y pescadores.


Jesús afronta el desafío de la inseguridad, el pluralismo, la separación del centro religioso, y esto supone una gran llamada de atención a toda la Iglesia, que parece que nos hemos acomodado siguiendo una rutina de lo de siempre, no rompemos esquemas y apenas arriesgamos nada. Queremos seguir siendo el centro de la sociedad y las más de las veces nos movemos en el ambiente de los religiosos, los acomodados y los pudientes. Para una Iglesia en salida que está buscando su sitio en la nueva sociedad, este comienzo de Jesús en Cafarnaún debe ser una luz importante: hoy se nos hace una llamada a romper con la inercia que nos adormece, a huir de la tentación de la seguridad, el poder, el prestigio, el refugio de los templos y lo religioso, que nos están alejando de los últimos y separados. Es una invitación urgente a seguir el camino de Jesús saliendo a los márgenes al encuentro de los más débiles.

Jesús es el comienzo de algo nuevo, diferente a todo lo vivido hasta entonces y que ya no
tendrá fin. Sólo lo que esté conectado a Jesús y a su proyecto de vida, abundante y para todos, durará para siempre; todo lo demás está llamado a desaparecer, por mucho que venga de la Religión, y mejor antes que después, porque no vale la pena mantener lo que está marcado por la caducidad. Y para que su proyecto se mantenga vivo, Jesús sigue haciendo que su palabra resuene en el corazón de algunas personas que, con su Espíritu, se sienten con la fuerza necesaria para llevarlo adelante. Los que pretendemos ser seguidores de Jesús hoy, también debemos priorizar en nuestra vida cotidiana todo aquello que tenga que ver con el proyecto de Reino de Dios: la verdad, la justicia, la solidaridad, y la igualdad de todas las personas, y siempre dispuestos a ayudar a los más débiles y desfavorecidos del sistema imperante, porque para eso el Padre bueno nos ha regalado nuestras fuerzas y favores.
Tomado de : https://sanjuandelacruzparroquia.wordpress.com/2017/01/21/el-proyecto-de-jesus-anuncio-y-construccion-del-reinado-de-su-padre/

Tomado de : https://sanjuandelacruzparroquia.wordpress.com/2017/01/21/el-proyecto-de-jesus-anuncio-y-construccion-del-reinado-de-su-padre/